Todo está en los libros

domingo, 21 de septiembre de 2008

Cien años de soledad


Esta fue otra de la novelas que leí de tirón. Sólo paré para tomar papel y boli y poder apuntar los nombres y parentescos de los Buendía entre los que temí perderme. Descubrí que una novela puede encerrar un mundo entero. Y sin ponerle nombre (luego en la Universidad oiría hablar del realismo mágico) sentí lo que era que lo maravilloso o sobrenatural se cruzara en el camino de lo rutinario sin que nadie pesteañease de extrañeza ( ni yo). ¿Lo que más recuerdo? Tal vez su primera frase: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo."
Memorables los pasajes en que aquejados de una extraña enfermedad se les olvidan los nombres de las cosas y deciden ponerles carteles (silla, mesa, pared...), luego olvidan las relaciones entre las mismas y apuntan también su uso: "vaca, da leche ésta se mezcla con café para hacer café con leche" , hasta un "Dios existe" apuntan para no quedar desmemoriados. (Cito de memoria, tal vez algún erudito pueda decir que he cambiado alguna palabra, lo cierto es que he buscado el libro y aparece una ficha de prestado, no pone a quién y parece ser uno de esos que la gente no devuelve.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio